miércoles, 21 de marzo de 2012

#010

Hablaba hace ya casi un mes de 'Diciembre', el debut musical de Leiva, la mitad de Pereza, posiblemente el grupo más injustamente denostado del panorama musical español. Un disco que estaba lleno de buenas intenciones y duro trabajo pero que a pesar de ello no terminaba de conseguir esa cohesión y continuidad que un artista siempre debe perseguir. Ruben Pozo, la otra mitad del dúo madrileño, editaba ayer 'Lo Que Más', un disco del que ni se puede decir que tenga buenas intenciones, y que irá, al menos para el que suscribe, directo al olvido de mi papelera de reciclaje.


Decía cuando hablaba de Leiva que el discurso musical se perdía, era demasiado serio, demasiado trágico, demasiado sentimental. Decía que faltaba el contrapunto de Rubén a la hora de darle cuerpo al disco, variedad, el aire desenfadado. Y era exactamente lo que me esperaba de este 'Lo Que Más'. Nada más lejos de la realidad, 'Lo Que Más' es otro trabajo en la misma línea. Engañaba 'Pegatina', el primer sencillo del disco, y posiblemente mejor tema. Lo demás, sobra. Sobra porque parece que no hay trabajo detrás, no notamos la pasión con la que un autor trata a su obra, y si bien se ve el talento musical del madrileño en momentos puntuales, el tránsito desde el primer al último corte se hace entre canciones poco cuidadas y letras que chirrían. Mención aparte merece el apartado vocal, y es que si bien Rubén se defiende en los cortes de Pereza que llevan su firma vocal, en estas doce pistas su descuidado estilo se hace bastante insoportable.

No hay nada en 'Lo Que Más' que merezca la pena más allá de su single. Sabemos que no era una competición, pero no podemos negar que había una especie de morbo en ver quien de los dos perezosos firmaba el mejor disco, pero tendremos que esperar para ver esa competición, porque Rubén ha optado por no presentarse. Musicalmente hablando. 

sábado, 17 de marzo de 2012

#009

Raro, raro, raro.


Soy una persona de gustos complicados. En muchas ocasiones, ni yo mismo he sido capaz de justificar por que defiendo a capa y espada 'Transformers', critico 'La Naranja Mecánica' y a su vez me quejo porque 'War Horse' me parece deplorable en todos los sentidos. Pero esto es así. Y por ello encuentro las dificultades que encuentro para contar por que 'Awkward.', la última ficción del antaño canal musical Mtv, me parece tan entretenida.


'Awkward.' (hágase énfasis en el punto) nos cuenta el enésimo cuento de instituto, de la chica impopular que enamora al deportista popular, y cuyo romance le lleva a salir del lodo del anonimato. Hasta aquí cabría preguntarse que ofrece esta serie que no nos ofrezca otra, y esa es una pregunta sencilla: nada. Porque 'Awkward.' nos da muy poco de lo que vendria siendo su identidad (un drama desenfadado, que se rie de los tópicos de las series de instituto, que trata el tema de la sexualidad sin prejuicios) y mucho de discursos escuchados hasta la saciedad, reflexiones sentimentaloides poco consistentes y muy irritantes y un misterio que termina por cansar. Y a pesar de todo eso, entretiene. No gusta, entretiene. No fascina, entretiene. Podria odiarla, pero no lo hago. Podría dejar de vera, pero no lo hago. No me gusta, pero me gusta. Y de ahí la dificultad de definir lo que tiene de bueno, porque es mucho más facil decir lo que tiene de malo. 

El reparto funciona bien, quizá la pieza más floja sea una Ashley Rickards que no aguanta el peso protagonista y alterna entre momentos de genialidad y apatía. Sin embargo, los secundarios, especialmente unas tremendamente inspiradas Nikki Deloach y Desi Lydic como madre y terapeuta, que aportan el contrapunto absurdo a la serie, y al final uno se sorprende comentando con sus amigos la mitología de la serie, y por que Jenna debería quedarse con Matty y no con Jake, o viceversa. Y uno se odia a si mismo, pero en el fondo lo disfruta. 

viernes, 16 de marzo de 2012

#008

No, no llevo desde el día que publique la última entrada luchando por salir de cama. Aunque bien podría ser. Parece ser que mi vida alterna una clase de ciclos de actividad con otros de completa dejadez, y estos últimos días han sido uno de ellos. Pero entre la apatía de los madrugones, las clases y las lecturas filosóficas he tenido tiempo para encontrar algo que le de ritmo y que me haga olvidar de la rutina, y es, como no, música. Música sanadora, música balsámica, música. Un salvavidas.
Soy un ignorante en cuanto a la obra de Brett Dennen. Hasta hace cosa de dos semanas, si me preguntases por el, para mí solo tenía dos (brillantes) canciones: 'Ain't No Reason' y 'She's Mine'. Dos temas que aparecieron en momentos importantes de mi vida y que, por cosas que pasan, quise volver a esuchar hace poco. Y fue ahí cuando me topé con Loverboy, el último trabajo del Californiano. Y hay algo en estas trece canciones que han calado hondo en mi. Ajeno como soy a la habilidad/hábito de clasificar por estilos la música, más que nada porque creo que son conceptos demasiado estrechos para algo tan amplio en todos los sentidos, clasificaría este Loverboy como un disco de pop californiano desenfadado. Y lo haría asi, a ojo, pero es que es lo que Loverboy me inspira. Hay algo tremendamente positivo en todos los temas de este disco, una filosofía del ser felices, del no tomarse nada demasiado en serio, de olvidarse de los problemas y vivir la vida, que es al fin y al cabo lo único que tenemos.

Y el desfile de canciones del pelirrojo Brett Dennen son capaces de pintar una sonrisa en un rostro triste, y un día soleado cuando el cielo encapotado y grisáceo está por la labor de amargarnos. Medio trabajo lo hace la juvenil (que no adolescente) voz de Dennen, y los arreglos musicales completan la faena, son líneas de bajo animadas, guitarras desenfadadas, teclados casi se podría decir que felices. Y es que cortes como 'Sidney (I'll Come Running)' o 'Comeback Kid (That's My Dog)' impregnan a uno de esa ilusa felicidad del que a todo lo que no sea tirarse en el cesped y disfrutar del día le da igual. Hay también lugar para temas más intimistas (Make You Fall In Love With Me) y hasta para un corte cuasi-funky de 6 minutos que hace que inconscientemente te dejes llevar por la melodía.

Y es que 'Loverboy' es un disco que te hace sentir. Y es mucho más de lo que se puede decir de una gran parte del panorama musical.