Todo cambia y los tiempos avanzan. Los métodos se perfeccionan, y el de contar historias es uno de ellos. No deja de ser paradójico como algunas personas que se autoproclaman conocedoras y amantes de la cultura parecen tener una aprensión hacia los libros, no dándose cuenta de que la mecánica que se esconde tras las consagradas películas o series o lo que se tercie como vehiculo cultural es la misma: la pasión por contar una historia, un pedazo de una vida, de transmitir una experiencia.
Esto viene al cuento de 'The Fantastic Flying Books of Morris Lessmore', el corto de animación que podéis ver haciendo click en la imagen que encabeza este párrafo, y que se encuentra nominado al Oscar por mejor corto de animación este año. Una vida sin libros no tiene sentido. El estigma social que se ha creado en torno a la figura del lector, marginado, aislado, es una de las mayores muestras de necedad de la sociedad y del mundo en el que nos ha tocado vivir. Y es que la lectura es, como vemos en la susodicha obra: magia. Resulta entrañable ver a un medio visual que algunos parecen creer ha venido a sustiuir (justamente al contrario, los medios audiovisuales modernos estarían huérfanos sin el mundo de la historia en papel) a la lectura realizar un homenaje tan puro, tan bello y tan necesario. Porque la lectura nos transporta a otros mundos, puede convertir un mal día en algo mejor, da sentido y color a nuestro mundo interior, y una persona que no lee, está, como nos cuenta el corto, o al menos como me cuenta el corto, incompleta. Por ello, por ingenuo que parezca, os pido que no dejéis de leer.
Esto viene al cuento de 'The Fantastic Flying Books of Morris Lessmore', el corto de animación que podéis ver haciendo click en la imagen que encabeza este párrafo, y que se encuentra nominado al Oscar por mejor corto de animación este año. Una vida sin libros no tiene sentido. El estigma social que se ha creado en torno a la figura del lector, marginado, aislado, es una de las mayores muestras de necedad de la sociedad y del mundo en el que nos ha tocado vivir. Y es que la lectura es, como vemos en la susodicha obra: magia. Resulta entrañable ver a un medio visual que algunos parecen creer ha venido a sustiuir (justamente al contrario, los medios audiovisuales modernos estarían huérfanos sin el mundo de la historia en papel) a la lectura realizar un homenaje tan puro, tan bello y tan necesario. Porque la lectura nos transporta a otros mundos, puede convertir un mal día en algo mejor, da sentido y color a nuestro mundo interior, y una persona que no lee, está, como nos cuenta el corto, o al menos como me cuenta el corto, incompleta. Por ello, por ingenuo que parezca, os pido que no dejéis de leer.
Y a William Joyce, que parece ser el mayor artífice detrás de esta obra de arte, pocas e insuficientes serán las veces que se le de la enhorabuena por la misma. Esto necesita un Oscar, a ver si los de la Academia no están tan ciegos como la mayor parte de la gente.
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